Confianza, identidad y valor

Uno de los desafíos más significativos que enfrenta la juventud es descubrir su verdadera identidad. En este mundo, es común observar cómo la aceptación se busca en fuentes externas, creando una dinámica donde el valor de cada persona se desvincula de quien verdaderamente son. Esta realidad, similar a un baile de máscaras, nos recuerda que las apariencias pueden llegar a ser engañosas.

En este contexto, se hace evidente la necesidad de cultivar una de las cualidades más valiosas del ser humano: la confianza en Dios. Esta cualidad implica decisión, seguridad, esperanza y fe. De manera clara, fomenta una vida más auténtica y deliberada, ayudando a establecer prioridades e identificar aquellas personas que contribuyen al fortalecimiento de un caminar autentico y distanciado de las apariencias.

Las promesas que se encuentran en pasajes como Juan 1.12, Romanos 8.17, Efesios 2.10 y 2 Corintios 5.17 son fundamentales para desarrollar esa relación inquebrantable con Dios; produciendo una identidad sustentada en lo que el Creador dice que somos. Comprender esta verdad esencial permite que todo peso externo se disipe, ya que ninguna opinión o elogio tiene más valor que la verdad innegable de lo que Dios ya ha proclamado acerca de nuestra identidad.