Conservando, valorando y amando

En un mundo donde se aplaude la división, los conflictos y las enemistades, tenemos que luchar por mantener vivas esas relaciones especiales. Aveces damos por sentado a ese extraño, conocido, compañero del trabajo o amigo que luego puede llegar a convertirse en más que familia. Todo eso porque los perjuicios, desacuerdos y opiniones externas trabajan para la destrucción de nuestras relaciones.

Durante estos veintiocho días, volví a recordar lo que dice Romanos 12.18: "En cuanto de ustedes dependa, hagan lo posible por vivir en paz con todo el mundo." Este versículo nos otorga una responsabilidad que muchas veces tratamos de ignorar. La describimos como "algo imposible" o se la cedemos a los demás, con la excusa de que "ya lo intentamos".

Pero, ¿será cierto que hicimos nuestro mayor esfuerzo? o ¿ nos estamos engañando a nosotros mismos? Estas preguntas son muy importantes, ya que nos ayudan a reflexionar y evaluar cómo está nuestro corazón. Al mismo tiempo, nos permiten conocer que tipo de personas somos. Esto se refleja en todo lo que hablamos, pensamos, sentimos y accionamos, ya que eso mismo atraemos a nuestras vidas.

Es común encontrar personas que saben las cualidades que buscan en los demás. El tesoro está en aquellas que procuran ser todo lo que buscan. Hoy los reto a cambiar el enfoque de "¿qué puedo obtener de esta situación?" a "¿qué puedo dar? Las mejores relaciones son entre personas que tienen esta mentalidad, ya que nunca escatiman las palabras de afirmación, los actos de servicio, el tiempo de calidad compartido y/o los gestos de amor.

Estas personas son las que han dejado el orgullo detrás y abrazado la humildad; han cambiado el odio por amor; no se rinden ante un desacuerdo y buscan soluciones; saben cuando es momento de hablar y/o guardar silencio; están conscientes del valor de la prudencia y diligentemente procuran la paz. Si nuestro circulo íntimo está compuesto por integrantes así, ¡valorémoslos! De igual modo, procuremos ser eso que tanto anhelamos tener.